Sin darnos cuenta, nos hemos ensuciado las manos. Nos dejamos llevar por lo que nos dañaba y ahora nos estamos hiriendo mutuamente.
Hemos copiado el mal al rodearnos de él, olvidamos realmente nuestra luz, y entramos en la oscuridad. Ahora nuestras manos sangran, porque tocamos lo más profundo de nuestro ser, la confianza se desvanece y la duda y el miedo se apodera de nosotros, ya no es igual.
- ¿Dónde esta nuestra luz? ¿Dónde esta?
Pues, que no se haga demasiado tarde para detenerlo. La muerte y el mal nos ha convencido y envenenado para hacernos creer que todo ha muerto y que del amor solo queda el recuerdo.
...Pero se equivoca. Porque aunque nos lastimó, nos daño y enveneno, aún no conoce realmente... que nuestra luz acabará con sus tinieblas.
15.10.2015